CUANDO UN AMIGO SE VA...

Mi amigo Gonzalo se fue el último día del año.
Era "la voz"
Yo le llamaba así porque nos conocimos en la radio y él poseía una voz prodigiosa.
Durante unos años hicimos un programa juntos: La isla de las palabras
Hablábamos de libros y nos reíamos mucho!

Gonzalo luchó hasta el final, pero emprendió viaje.
No me gusta decir que murió, sino que transcendió.
No creo en la muerte, en la desaparición total: creo en la "transcendencia". La transcendencia se refiere a una metáfora espacial. 

Trascender (de trans, más allá, y scando, escalar) significa pasar de un ámbito a otro, atravesando el límite que los separa. El concepto de trascendencia incluye además la idea de superación o superioridad. La trascendencia supone un «más allá» del punto de referencia. Trascender significa la acción de «sobresalir», de pasar de «dentro» a «fuera» de un determinado ámbito, superando su limitación o clausura.
Por eso yo digo que transcendió!

En Occidente la muerte es tabú.
No nos enfrentamos a ella, sino que la eludimos.
No hablamos de ella.
Pero, la muerte no nos roba a los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo, que yo creo que es la verdadera inmortalidad.
La vida sí que nos los roba muchas y definitivas veces.

En Japón, el escribir un poema a la propia muerte es una tradición secular. Lo llaman "poema de despedida de la vida”
Inicialmente, los poemas a la muerte adoptaron la forma llamada tanka, y fueron escritos por monjes budistas, poetas y samurais.
Más tarde,  japoneses de todas las clases sociales comienzan a redactar sus poemas a la muerte en forma de haiku. 

Extrañamente, la noche en la que transcendió mi amigo, yo estaba leyendo algunos de esos poemas a la muerte escritos por poetas japoneses:

El poema de Yuan Chi, que murió de pena al enterarse de la ejecución de su amigo Chi Kang:  

El último deseo humano
asir
el aire

El poema de Li Po, que murió una noche cuando, borracho, intentaba abrazar la luna en el río Yagtze:

Se enciende 
tan tenuemente como se apaga:
una luciérnaga.        

Yoshitaka gobernador de una de las islas del Japón en el siglo XVI que fue vencido por uno de sus generales rebeldes y antes de suicidarse compuso:
Tanto el vencedor
como el vencido no son
sino gotas de rocío,
sino el resplandor de un rayo.
Así deberíamos ver el mundo.
El poema escrito por el monje zen Yakuo Tokukem en el año 1320:
Mis setenta y seis años han terminado.
No nací; no he muerto.
Las nubes flotan en el vasto, altísimo cielo.
La luna sigue su camino de un millón de millas. 
          
El poeta Bazan en 1730
Adiós.
Paso como todas las cosas:
rocío sobre la hierba.     
              
El poeta Senryu en 1827
Como gotas de rocío
sobre una hoja de loto
desaparezco             
              
El poeta Jowa en 1785

Segundo mes:
llevo un sombrero de bambú nuevo
y voy a casa   
                         
Me acuerdo de un cuento sufí:
"Un ladrón entra en la casa de Nasrudín. 
Nasrudín tiene los ojos cerrados y finge dormir, de tal modo que "ve" todo lo que el ladrón está robando.
A veces al ladrón se le cae algo de las manos con estrépito, pero Nasrudín no hace nada y sigue fingiendo dormir. 
El ladrón vacía la casa entera y marcha de la casa llevándose todo lo que a robado.
Entonces, el hombre comienza a seguir al ladrón.
-«¿Por qué me sigues? -pregunta.
Nasrudín contesta:
-«No, yo no te sigo; estamos cambiando de casa. Lo has cogido todo. ¿Qué voy a hacer en esta casa? Yo también voy contigo a nuestra nueva casa».
El ladrón arrepentido dice: 
-«Perdóname, toma tus cosas».
Nasrudín contesta: 
-«No, no es necesario. También yo pensaba en cambiarme de casa, ésta está casi en ruinas. No se puede tener peor casa que ésta. Tú sólo eres un hombre que me está ayudando a cambiar de casa".

Gonzalo, amigo, la voz: sólo has cambiado de casa.

Yo también estoy dispuesta a transcender y a nacer de nuevo... como dijo Herman Hesse en "El Caminante", como dijimos nosotros aquél día en nuestro programa de radio La Isla de las palabras.
Te quiero Gonzalo!
Hasta que volvamos a vernos!

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